No tengo dudas respecto del maravilloso funcionamiento de la naturaleza...
Pero debo confesar que tengo mis momentos... Já...
Mi hijo es adoptador de gatos desde su más tierna infancia...
Las mujeres de la casa somos perreras... O sea...
Compatibilizamos nuestras simpatías y vivimos en alegre montón humanso y mascotas en Villa Quilombo :-)
Hasta acá todo bien...
Obviaría las noches de amores gatales en el techo... Me resultan un poco escandalosas, sobre todo cuando estoy mandando reiki o reponiéndome del cansancio de la jornada o simplemente intentando escribir o leer un poco...
Francamente me rompen bastante los alaridos, gritos, corridas, lamentos de amores gatales...
Hoy estaba trabajando con una alumnita en Biología de 2º y una de las gatas del nene intentaba entrar por la ventana... Intentaba porque salíamos al paso y la devolvíamos del otro lado...
Claro, el nene había dejado bien cerraditas sus ventanas en previsión porque sabía que el parto gatal era inminente...
La cosa es en un descuido la felina logró entrar y acomodarse bajo la cama de mi nieto Max, donde comenzó naturalmente su trabajo de parto...
¡¡¡¡Qué lindooooooooooo!!!!!! Las cajas secretas que Max guardaba bajo su cama fueron retiradas ante el peligro inminente...
Pasando a otro tópico, como diría mi tío Sixto... Impresionante el cuadro...
Cómo saben qué cuándo y cómo hacer y todo va desarrollándose naturalmente...
¿Por qué fuimos perdiendo esa capacidad de "escuchar" y sintonizar con eso-que-sabemos? ¿Por qué elegimos echar mano de recetas de afuera?...
Faaaaaaaaaaaaaaaaaa (Me quedo pensando)
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