Entablamos vínculos casuales, conexiones superficiales, relaciones epidérmicas... Pero en el fondo queda ese vacío, ese deseo insatisfecho de conectar de veras con un otro diferente de nosotros, desde la dignidad, desde el respeto... CONECTAR, sentir esa energía de estar vivos...
Si permanecemos unidos a La Fuente, será posible vincularnos desde otro plano, de otra manera, desde la pureza de un corazón, un alma, una conciencia unidas en armonía, moviéndose con delicadeza, como un susurro, como una caricia, como un dulce silbido del viento en las hojas...
Mirarnos a los ojos... Encontrarnos en lo profundo, detenernos a escuchar en silencio el ritmo del otro y dejar que el nuestro se manifieste, sin vergüenza, sin miedo...
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