jueves, diciembre 10, 2009

Colorear los grises

Prolijos, metódicos, precisos, partes del engranaje que mantiene el funcionamiento esperado de este sistema que nos va mecanizando, puliendo las crestas, erosionando las superficies, acorazándonos a fin de mantener la supervivencia, mientras van cayendo las hojas de los calendarios...
Las agujas completan sus ciclos barriendo una y otra vez esos 360º que se convierten en días, semanas, meses, años...
El alma empieza a decolorarse y poco a poco en ese mimetizarse cede y toma para uniformar un gris que pasa desapercibido en un amasijo de voluntades desactivadas, de horizontes chatos, sin longitud de onda...
Y de pronto ya no recordamos o parece que allá en lo tan lejano, cruzando el umbral, duerme un recuerdo antiguo que nos confunde y nos vuelve cada tanto como un eco en un sueño...
Pasos marchando acompasados en el silencio que nos va devorando... Ojos empañados que se pierden sin ver en la oquedad de los sonidos desarticulados sin sentido...
Personas cumplidoras. Correctas. Esforzadas. Modelos en serie hechos como ñoquis que van saliendo acotados, respetando las normas de fabricación, listos para insertarse y producir...
Hay una semilla de pensamiento lírico que nos salva, un pequeño poeta que duerme adentro, acurrucado, protegiéndose de esa maraña infame que se teje fuera... Un trocito de cielo adentro del alma, que no se resigna y se empeña en seguir viviendo y a veces se nos escapa en una sonrisa, en una mirada...
Afortunadamente de tanto en tanto uno hace contacto con un otro diferente en quien también esa semilla está activada, y recuerda, reminiscente, que viene de las estrellas, que es libre y bello, que puede crear, emocionarse, caminar descalzo, tocar el barro y el agua, reirse a carcajadas, dejar brotar lágrimas, enhebrar colores y dar a luz palabras bellas que acercan, que vinculan, que sanan...
Gracias a todos estos seres que no se resignan a sepultar ese duende de gracia...
Gracias a vos, que misteriosamente me llevás de vuelta a recordar cuánto necesito volver a mis entrañas, salirme del tablero y volar por la ventana, llenarme los ojos de vida y resucitar en lavandas...

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